http://www.laverdad.es/murcia/v/20100404/comarcas/hallan-cadaver-submarinista-desaparecido-20100404.html
El peor de los presagios cayó ayer como una losa sobre los familiares de Antonio Pedro Martínez Ardiz, que aún conservaban una mínima esperanza de encontrarlo con vida, tras hallar el cadáver de este submarinista deportivo en la Cueva del Agua (Cartagena), gruta subacuática que ya se llevó la vida de dos especialistas de la Guardia Civil en 1996.
Los equipos de rescate hallaron el cuerpo de Ardiz, hinchado y amoratado por el agua, en el techo de una de las innumerables galerías que conforman la cueva. Al parecer, el cadáver llegó a esa zona de la caverna impulsado por una bolsa de agua caliente, lo que dificultó aún más la tarea de salvamento por parte de los expertos. El cuerpo fue encontrado a 30 metros de la entrada y a 7 de profundidad, en un sector de la cueva no cartografiado y apenas explorado.
Ardiz, de 41 años y natural de Zeneta, inició la inmersión junto a dos compañeros en la mañana del pasado jueves. Una vez en el interior de la gruta, el agua comenzó a enturbiarse con los sedimentos de las paredes por el propio movimiento de los submarinistas y las burbujas de las bombonas.
El nerviosismo y las prisas por salir se apoderaron enseguida de ellos, pero sólo dos lo consiguieron. Los amigos de Ardiz aguardaron a la entrada de la caverna su regreso, pero, envueltos ya en la desesperación por el excesivo tiempo transcurrido y superado el límite de duración de las botellas de oxígeno, sólo pudieron llamar al 112.
Unas cien personas participaron en el dispositivo de búsqueda -compuesto por bomberos, policía y Guardia Civil-, que arrancó a las pocas horas de la desaparición y se prolongó, con interrupciones por la poca visibilidad en el interior de la cueva, hasta el fatal desenlace de ayer. El Servicio de Emergencias de la Comunidad Autónoma desplegó también, en el puesto de mando, un pequeño hospital de campaña, una ambulancia y ocho vehículos de emergencias. En total, unos cuarenta miembros del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas participaron 'in situ' en la búsqueda de Ardiz.
Los especialistas de la Guardia Civil llevaron a cabo la operación de rescate con hilo de guía para asegurar el dispositivo y no poner más vidas en riesgo. Incluso un grupo de expertos de la Benemérita en este tipo de terrenos viajó la misma noche de la desaparición desde Madrid para sumarse a las tareas de búsqueda.
La familia, que precisó de apoyo psicológico al conocer el deceso, se agarraba a una posible bolsa de aire -son frecuentes en las cuevas subacuáticas- que mantuviera al buzo con vida hasta que llegaran los rescatadores.
Según fuentes cercanas al dispositivo de búsqueda, el cuerpo de Ardiz fue encontrado sobre las 11 horas de ayer y una posible descoordinación hizo que la Delegación del Gobierno anunciara el hallazgo antes de que fuera comunicado a la familia, que se enteró por la radio.
Los aficionados al buceo conocen la extrema peligrosidad de la Cueva del Agua, uno de los mayores laberintos submarinos de Europa -3.000 metros de longitud-, compuesto por una infinidad de túneles, galerías, pasadizos y columnas que hacen apasionante la práctica deportiva en la zona. Casi todos los fines de semana, en primavera y verano, buceadores imprudentes se adentran a explorar esta enorme madriguera subterránea, a pesar de estar completamente prohibido por las autoridades. Ponen en serio peligro sus vidas.
Tras la muerte de los dos agentes de la Guardia Civil en 1996 -tardaron 35 días en encontrar los cuerpos- y el fallecimiento de un buceador francés veinte años antes, la Administración colocó una valla, pero tardó poco en ser reventada por los submarinistas.
El peor de los presagios cayó ayer como una losa sobre los familiares de Antonio Pedro Martínez Ardiz, que aún conservaban una mínima esperanza de encontrarlo con vida, tras hallar el cadáver de este submarinista deportivo en la Cueva del Agua (Cartagena), gruta subacuática que ya se llevó la vida de dos especialistas de la Guardia Civil en 1996.
Los equipos de rescate hallaron el cuerpo de Ardiz, hinchado y amoratado por el agua, en el techo de una de las innumerables galerías que conforman la cueva. Al parecer, el cadáver llegó a esa zona de la caverna impulsado por una bolsa de agua caliente, lo que dificultó aún más la tarea de salvamento por parte de los expertos. El cuerpo fue encontrado a 30 metros de la entrada y a 7 de profundidad, en un sector de la cueva no cartografiado y apenas explorado.
Ardiz, de 41 años y natural de Zeneta, inició la inmersión junto a dos compañeros en la mañana del pasado jueves. Una vez en el interior de la gruta, el agua comenzó a enturbiarse con los sedimentos de las paredes por el propio movimiento de los submarinistas y las burbujas de las bombonas.
El nerviosismo y las prisas por salir se apoderaron enseguida de ellos, pero sólo dos lo consiguieron. Los amigos de Ardiz aguardaron a la entrada de la caverna su regreso, pero, envueltos ya en la desesperación por el excesivo tiempo transcurrido y superado el límite de duración de las botellas de oxígeno, sólo pudieron llamar al 112.
Unas cien personas participaron en el dispositivo de búsqueda -compuesto por bomberos, policía y Guardia Civil-, que arrancó a las pocas horas de la desaparición y se prolongó, con interrupciones por la poca visibilidad en el interior de la cueva, hasta el fatal desenlace de ayer. El Servicio de Emergencias de la Comunidad Autónoma desplegó también, en el puesto de mando, un pequeño hospital de campaña, una ambulancia y ocho vehículos de emergencias. En total, unos cuarenta miembros del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas participaron 'in situ' en la búsqueda de Ardiz.
Los especialistas de la Guardia Civil llevaron a cabo la operación de rescate con hilo de guía para asegurar el dispositivo y no poner más vidas en riesgo. Incluso un grupo de expertos de la Benemérita en este tipo de terrenos viajó la misma noche de la desaparición desde Madrid para sumarse a las tareas de búsqueda.
La familia, que precisó de apoyo psicológico al conocer el deceso, se agarraba a una posible bolsa de aire -son frecuentes en las cuevas subacuáticas- que mantuviera al buzo con vida hasta que llegaran los rescatadores.
Según fuentes cercanas al dispositivo de búsqueda, el cuerpo de Ardiz fue encontrado sobre las 11 horas de ayer y una posible descoordinación hizo que la Delegación del Gobierno anunciara el hallazgo antes de que fuera comunicado a la familia, que se enteró por la radio.
Los aficionados al buceo conocen la extrema peligrosidad de la Cueva del Agua, uno de los mayores laberintos submarinos de Europa -3.000 metros de longitud-, compuesto por una infinidad de túneles, galerías, pasadizos y columnas que hacen apasionante la práctica deportiva en la zona. Casi todos los fines de semana, en primavera y verano, buceadores imprudentes se adentran a explorar esta enorme madriguera subterránea, a pesar de estar completamente prohibido por las autoridades. Ponen en serio peligro sus vidas.
Tras la muerte de los dos agentes de la Guardia Civil en 1996 -tardaron 35 días en encontrar los cuerpos- y el fallecimiento de un buceador francés veinte años antes, la Administración colocó una valla, pero tardó poco en ser reventada por los submarinistas.
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